domingo, 10 de junio de 2012

SAN BERNABÉ


10ª Semana del Tiempo Ordinario





LUNES, día 11 de Junio



San BERNABÉ, apóstol



EVANGELIO: Mateo 10, 7-13



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:

- «Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.



Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.



No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.



Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros».





CLAVES para la LECTURA



- Este fragmento de Mateo es una instrucción sobre las tareas y la práctica misioneras. Está precedido por la vocación y la presentación de los Doce y por su misión (respectivamente en los vv. 1-4 y 5ss). Los que son llamados son también enviados. Existe un vínculo necesario entre vocación y misión. Los discípulos han sido llamados para estar con el Señor (Mc 3, 12) y ser enviados por los caminos de los hombres a hacer resonar la Buena Noticia que el Señor ha venido a proclamar: «Se ha cumplido el plazo y está llegando el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). Son enviados a dar testimonio y a poner voz a la Palabra de misericordia y de salvación (v. 7) (presentada en los capítulos 5-7 y 8-9), a contar la novedad de Jesucristo, que cuida del débil, libera de la muerte y de la mentira, restituyendo al hombre a sí mismo. En esto continúa el discípulo la obra del Maestro.



- Y el discípulo, al ponerse al servicio del Evangelio, como el Maestro, otorga el primado al don: «gratis lo recibisteis, dadlo gratis» (v. 8b). La gratuidad y la pobreza en la misión constituyen el testimonio de que el discípulo cuenta con una sola seguridad y tiene un único objetivo, su Señor y su palabra: «No andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo» (Mt 6, 25). De este modo, la misión se convierte en ocasión para crear una circulación de gracia y de vida entre el que anuncia y atestigua y el que acoge. Al ser enviado, el discípulo «aprende» («discípulo» viene del verbo latino discere, «aprender») la alegría y la fatiga de participar en la realización de la promesa, de convertirse en instrumento eficaz, aún en medio de la debilidad, de la misión del Hijo de Dios entre los hombres.





CLAVES para la VIDA



- La llamada siempre conlleva el envío, la misión. Ahí nos encontramos en este relato evangélico. Anunciar la Buena Noticia de Dios, su proyecto salvador, que se realiza ya en Jesús, es el mensaje a ofrecer. Y este anuncio va acompañado de los gestos de vida: curar, limpiar, echar demonios, resucitar muertos. Los enviados, pues, siguen realizando las mismas acciones liberadoras que el Maestro. Ése es su objetivo y su quehacer. Pero todo ello con un estilo concreto: gratis lo recibisteis, dadlo gratis (v. 8). Esto es, todo arranca en el mismo Dios, de ahí que el “tono” de la misión es con una actitud de pobreza evangélica, que no se apoya en los medios materiales, sino en la fuerza del mensaje, con la ayuda del mismo Dios. Y a pesar de ser un mensaje de vida, no lleva ninguna garantía de que sea acogido ni que lo quieran escuchar. Eso no está en las manos del mensajero y del enviado. ¡Ahí es nada...!



- ¡Menos mal que no depende de nosotros el que el anuncio produzca frutos...! Somos enviados a hacer presente la misma tarea que Jesús, y eso basta. Ése es el compromiso que nos afecta. Y con todo, es necesario vivir antes el don de la gratuidad, recibirlo del mismo Dios cuanto nos ofrece: la experiencia de haberlo recibido gratis, nos hará libres para poderlo vivir con gozo y alegría, a pesar de los aparentes fracasos. ¡Casi nada...!





ORACIÓN PARA ESTE DÍA



“Señor Jesús, a mí también me pides que esté dispuesto/a a anunciar la Buena Noticia con sencillez y sin esperar ninguna recompensa material. ¡Gracias por tu confianza!”.

TESTAMENTO DEL PADRE CHRISTIAN

Testamento del Padre Christian
abierto el domingo de Pentecostés, 25 de mayo de 1996


Cuando un A-Dios se vislumbra...
Si me sucediera un día --y ese día podría ser hoy--
ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento
a todos los extranjeros que viven en Argelia,
yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,
recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida
no podría permanecer ajeno a esta partida brutal.



Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?
Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas
y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida.
Tampoco tiene menos.



En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia.
He vivido bastante como para saberme cómplice del mal
que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo,
inclusive del que podría golpearme ciegamente.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios
y el de mis hermanos los hombres,
y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido.
Yo no podría desear una muerte semejante.
Me parece importante proclamarlo.
En efecto, no veo cómo podría alegrarme
que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato.
Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la "gracia del martirio"
debérsela a un argelino, quienquiera que sea,
sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam.


Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.
Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.
Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila
identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas.
Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma.



Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido,
encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio
que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia,
precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.


Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón
a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:
"¡qué diga ahora lo que piensa de esto!"
Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.



Entonces podré, si Dios así lo quiere,
hundir mi mirada en la del Padre
para contemplar con El a Sus hijos del Islam
tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo
,
frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu,
cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión
y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.



Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos,
doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente
para este GOZO, contra y a pesar de todo.



En este GRACIAS en el que está todo dicho, de ahora en más, sobre mi vida,
yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy,
y a vosotros, amigos de aquí,
junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos,
¡el céntuplo concedido, como fue prometido!



Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás sabido lo que hacías.
Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este "A-DIOS" en cuyo rostro te contemplo.
Y que nos sea concedido rencontrarnos como ladrones felices
en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío.
¡AMEN! IM JALLAH!

Argel, 1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994

Christian.+

EUCARISTÍA Y CRISIS







Todos los cristianos lo sabemos. La eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un “refugio religioso” que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana. Es tentador ir a misa para compartir una experiencia religiosa que nos permite descansar de los problemas, tensiones y malas noticias que nos presionan por todas partes.
A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración, pero nos preocupa menos olvidarnos de las exigencias que entraña celebrar la cena del Señor. Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa, sin escuchar las llamadas del Evangelio.
El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro.
En los próximos años se van a ir agravando los efectos de la crisis mucho más de lo que nos temíamos. La cascada de medidas que se nos dictan de manera inapelable e implacable irán haciendo crecer entre nosotros una desigualdad injusta. Iremos viendo cómo personas de nuestro entorno más o menos cercano se van empobreciendo hasta quedar a merced de un futuro incierto e imprevisible.
Conoceremos de cerca inmigrantes privados de asistencia sanitaria, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación, familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas por el desahucio, gente desasistida, jóvenes sin un futuro nada claro… No lo podremos evitar. O endurecemos nuestros hábitos egoístas de siempre o nos hacemos más solidarios.
La celebración de la eucaristía en medio de esta sociedad en crisis puede ser un lugar de concienciación. Necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando solo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la eucaristía está orientada a crear fraternidad.
No es normal escuchar todos los domingos a lo largo del año el Evangelio de Jesús, sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre “el pan nuestro de cada día” sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

miércoles, 6 de junio de 2012

HISTORIA DE LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI



A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.
Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.
Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.
El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.
Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.
El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.
El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.
Luego, según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.
La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.
Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.
La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.
En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.
Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

PAN DE VIDA

viernes, 1 de junio de 2012

SANTISIMA TRINIDAD


EL MEJOR AMIGO


En el núcleo de la fe cristiana en un Dios trinitario hay una afirmación esencial. Dios no es un ser tenebroso e impenetrable, encerrado egoístamente en sí mismo. Dios es Amor y solo Amor. Los cristianos creemos que en el misterio último de la realidad, dando sentido y consistencia a todo, no hay sino Amor.
Jesús no ha escrito ningún tratado acerca de Dios. En ningún momento lo encontramos exponiendo a los campesinos de Galilea doctrina sobre él. Para Jesús, Dios no es un concepto, una bella teoría, una definición sublime. Dios es el mejor Amigo del ser humano.
Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios. La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre, experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?
Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión. No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según Jesús, “hace salir su sol sobre buenos y malos”. Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: “Cuando oréis decid: ¡Padre!”.
Con Jesús van descubriendo que Dios no es solo de los que se acercan a él cargados de méritos. Antes que a ellos, escucha a quienes le piden compasión porque se sienten pecadores sin remedio. Según Jesús, Dios anda siempre buscando a los que viven perdidos. Por eso se siente tan amigo de pecadores. Por eso les dice que él “ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”.
También se dan cuenta de que Dios no es solo de los sabios y entendidos. Jesús le da gracias al Padre porque le gusta revelar a los pequeños cosas que les quedan ocultas a los ilustrados. Dios tiene menos problemas para entenderse con el pueblo sencillo que con los doctos que creen saberlo todo.
Pero fue, sin duda, la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas…, lo que les convenció que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño. Los seguidores de Jesús nunca pusieron en duda que el Dios encarnado y revelado en Jesús es Amor y solo Amor hacia todos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

SANTISIMA TRINIDAD- CICLO B