10ª Semana del Tiempo Ordinario
LUNES, día 11 de
Junio
San BERNABÉ, apóstol
EVANGELIO: Mateo 10, 7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:
- «Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja
para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero
su sustento.
Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros».
CLAVES para la
LECTURA
- Este fragmento de Mateo es una instrucción sobre las
tareas y la práctica misioneras. Está precedido por la vocación y la
presentación de los Doce y por su misión (respectivamente en los vv. 1-4 y
5ss). Los que son llamados son también enviados. Existe un vínculo necesario
entre vocación y misión. Los discípulos han sido llamados para estar con el
Señor (Mc 3, 12) y ser enviados por los caminos de los hombres a hacer resonar la Buena Noticia que el
Señor ha venido a proclamar: «Se ha cumplido el
plazo y está llegando el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio»
(Mc 1, 15). Son enviados a dar testimonio y a poner voz a la Palabra de misericordia y
de salvación (v. 7) (presentada en los capítulos 5-7 y 8-9), a contar la
novedad de Jesucristo, que cuida del débil, libera de la muerte y de la
mentira, restituyendo al hombre a sí mismo. En esto continúa el discípulo la
obra del Maestro.
- Y el discípulo, al ponerse al servicio del Evangelio,
como el Maestro, otorga el primado al don: «gratis lo recibisteis,
dadlo gratis» (v. 8b). La gratuidad y la pobreza en la misión
constituyen el testimonio de que el discípulo cuenta con una sola seguridad y
tiene un único objetivo, su Señor y su palabra: «No
andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con
qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo» (Mt 6, 25). De este
modo, la misión se convierte en ocasión para crear una circulación de gracia y
de vida entre el que anuncia y atestigua y el que acoge. Al ser enviado, el
discípulo «aprende» («discípulo» viene del verbo latino discere, «aprender») la
alegría y la fatiga de participar en la realización de la promesa, de
convertirse en instrumento eficaz, aún en medio de la debilidad, de la misión
del Hijo de Dios entre los hombres.
CLAVES para la
VIDA
- La llamada siempre
conlleva el envío, la misión. Ahí nos encontramos en este relato evangélico.
Anunciar la Buena
Noticia de Dios, su proyecto salvador, que se realiza ya en
Jesús, es el mensaje a ofrecer. Y este anuncio va acompañado de los gestos de
vida: curar, limpiar, echar demonios, resucitar muertos. Los enviados, pues,
siguen realizando las mismas acciones liberadoras que el Maestro. Ése es su
objetivo y su quehacer. Pero todo ello con un estilo concreto: “gratis lo recibisteis, dadlo gratis”
(v. 8). Esto es, todo arranca en el mismo Dios, de ahí que el “tono” de la
misión es con una actitud de pobreza evangélica, que no se apoya en los medios
materiales, sino en la fuerza del mensaje, con la ayuda del mismo Dios. Y a
pesar de ser un mensaje de vida, no lleva ninguna garantía de que sea acogido
ni que lo quieran escuchar. Eso no está en las manos del mensajero y del
enviado. ¡Ahí es nada...!
- ¡Menos mal que no depende
de nosotros el que el anuncio produzca frutos...! Somos enviados a hacer
presente la misma tarea que Jesús, y eso basta. Ése es el compromiso que nos
afecta. Y con todo, es necesario vivir antes el don de la gratuidad, recibirlo
del mismo Dios cuanto nos ofrece: la experiencia de haberlo recibido gratis,
nos hará libres para poderlo vivir con gozo y alegría, a pesar de los aparentes
fracasos. ¡Casi nada...!
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Señor Jesús, a mí también me pides que
esté dispuesto/a a anunciar la
Buena Noticia con sencillez y sin esperar ninguna recompensa
material. ¡Gracias por tu confianza!”.
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