sábado, 29 de octubre de 2011

VIVIR PARA SIEMPRE

VIVIR  PARA  SIEMPRE
Sam tiene doce años y le encanta recopilar historias y sucesos fantásticos.  Quiere saber cómo se sienten los adolescentes, porque él no llegará a serlo. Tiene leucemia, y aunque los adultos respondan con ambigüedad y eviten hablar de algunos temas, Sam quiere conocer todos los datos y detalles sobre la muerte. Está dispuesto a averiguar las respuestas a las preguntas que nadie quiere contestar.
Sus padres y su hermano pequeño no saben muy bien qué hacer; pero Sam no pierde el ánimo, y escribe un diario y filma vídeos sobre sus vivencias cotidianas, con la ayuda de su abuela, de otro chaval con leucemia, de la terapeuta de ambos y de una chica que le gusta. En ese material, Sam y su amigo intentan encontrar respuestas a las grandes preguntas mientras disfrutan de la vida, convirtiendo en una aventura cada uno de los pocos momentos que les quedan, pues es muy larga su lista de cosas que hay que realizar.
Vivir para siempre nunca se queda en los sentimientos: desarrolla una profunda reflexión, de clara inspiración cristiana, sobre el sentido de la vida, la muerte y el sufrimiento, así como una reivindicación de la alegría de vivir en las antípodas del hedonismo materialista y una exaltación de la familia como núcleo de solidaridad antes de morir.

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